domingo, 13 de noviembre de 2011

¿POR QUÉ USAMOS EL MIEDO?

La desilusión de los jovenes con la politica

CARTA DE UNA MADRE A SU HIJO ADOLESCENTE




“¡Para las siguientes elecciones, voto!”. Eso es lo que dices a tus 18 años, lleno de ilusión porque, por fin, podrás opinar. Lo malo es que tu voto será de castigo, (“Para que no salga...”), no de convencimiento (“Quiero que gane...”).



Yo recuerdo la primera vez que voté. Me sentía importante: tenía la oportunidad de participar, de decidir. Me gustaba escuchar a los políticos, aunque no coincidiese con ellos. Los consideraba gente con capacidad, preparados para desempeñar su tarea, manejaban un vocabulario amplio y siempre ajustado a lo que querían decir o transmitir.


En general, poseían sentido de la responsabilidad, eran cautelosos u osados y tenían una visión amplia de la realidad; no sólo importaba lo inmediato, sino, y sobre todo, lo que significaría para el futuro. O así lo sentía yo.



Hoy la sensación es otra y, si escuchamos a nuestro alrededor, podemos percibir el descontento, el desaliento. Reconocemos que los políticos son necesarios, pero, a menudo, creemos que no son los idóneos. Ya no disfrutamos con sus debates, agresivos, pobres en ideas, sin propuestas, cuyo eje es el insulto, la descalificación personal.



Tenemos la impresión de que mienten, de que luchan o se despellejan por su propio interés, no por el de todos, y de que improvisan y toman decisiones sin control, sin sopesar las consecuencias lo suficiente.



Actúan, después piensan. Nos están fallando. La sociedad se contagia de sus malos modos, de su pobreza intelectualy padece sus múltiples reformas,de tal manera que, poco a poco, lo esencial se olvida: la educación, el reconocimiento del esfuerzo y del trabajo como bien común, el respeto a los semejantes y a los diferentes, el valor de la palabra...



Ojalá tú, hijo, y muchos otros como tú, cuando ejerzáis vuestro derecho a votar, lo hagáis seguros de que vale la pena apoyar al que habéis elegido, por su trabajo, por su preparación, por su capacidad para ilusionaros y por su dedicación para llevar a cabo un proyecto en el que cree y por el que merece ese voto.




Que sea un voto meditado, y convencido, y confiado. Que la política sea tan transparente como la urna donde lo has depositado.




M.L.R

(A Coruña)