Ya está bien de tapar los errores y, mucho más, de no reconocerlos, siquiera, como propios. El error va unido a la naturaleza humana desde que nacemos y si con el desarrollo personal nos vemos obligados a aprender cosas para evolucionar, por qué no aprovechamos la ventaja que nos ofrece la estrategia de prueba/error para enriquecer nuestra experiencia.
Esa es la idea que Rafael Galán y Javier Escudero vertebran en "El error positivo". Tambien habla sobre el tema John Maxwell en el libro “El Lado Positivo del Fracaso” donde el autor explica muy bien estos hábitos y como el convertir los fracasos en victorias futuras es fruto de tener una mentalidad y hábitos mentales diferentes a los que estamos acostumbrados a tener.
En el libro de Rafael Galán y Javier Escudero , los autores indican que es conveniente reconocer el error y después analizar para detectar sus causas. Esta estrategia nos permitirá visualizar diferentes formas de hacer las cosas y nos abrirá las puertas de posibles oportunidades que de otra forma no se nos hubieran planteado.
La literatura empresarial que ha abordado el tema del error se ha dedicado a destapar fracasos o a regocijarse en grandes historias de fracaso —con el mismo entusiasmo con el que se ha volcado en las historias de éxito—, sin reivindicar el valor de errar y en mostrar las lecciones que se han aprendido a partir de los errores que se han cometido. Y ahí es donde entra en juego el valor de una cultura empresarial que defienda el error positivo”, destacan Galán y Escudero.
- Culpar a los demás en lugar de asumir la responsabilidad de nuestros actos.
- Repetir los mismos errores en lugar de aprender de cada uno de ellos.
- Esperar que nunca más se va a fracasar en un nuevo emprendimiento en lugar de reconocer que el fracaso es parte del progreso.
- Esperar que se va a seguir fracasando cuando comienzas un emprendimiento en lugar de mantener una actitud positiva y optimista en un estado de convicción total de que conseguirás tus objetivos.
- Aceptar ciegamente la tradición en lugar de desafiar las ideas infundadas.
- Sentirse limitado por los errores del pasado en lugar de decidirse a arriesgarse por lo que se desea conseguir.
- Pensar que soy un fracasado en lugar de creer que algo de lo que hicimos no funcionó.
- Ceder en lugar de persistir
El fracaso es un condicionamiento psicológico por el cual creemos que deberíamos ser premiados cuando hacemos algo bien y castigados cuando cometemos algún error. El sistema educativo conduce a mantener estas creencias, al igual que la sociedad actual mediante las normas escritas y no escritas nos llevan a creer a pies juntillas esta creencia.
Recetas del éxito hay muchas, pero no existe ninguna que no tenga el error como ingrediente básico. Y son precisamente esos errores los que los hacen avanzar, los que les han convertido en lo que son: empresas de éxito, de distintos tamaños y con distinto impacto, en las que se puede ver identificado cualquiera.
Galán y Escudero alertan de que los emprendedores y empresarios españoles –con datos en la mano– son los que tienen mayor aversión a equivocarse y eso es una clara desventaja competitiva, porque frena o, en el mejor/peor caso, ralentiza la toma de decisiones y la asunción de riesgos.
“La aversión al error, el miedo a cometer fallos y a equivocarse, es una barrera efectiva para emprender. Así es en muchas sociedades y, en algunas, como la nuestra, aún más por motivos culturales” (Ignacio de la Vega, director del Centro Internacional de Creación de Empresas de la escuela de negocios Instituto de Empresa y del Global Entrepreneurship Monitor)
Esa es la mentalidad que todo emprendedor debe acuñarse a fuego en su mente para que la comisión de un error en su gestión no le haga dar pasos atrás, sino impulso para seguir adelante con ganas de probar e innovar
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